Ambos se llevaron un punto que no les sirve. Gallardo abrió la cuenta con un tiro libre, pero Palermo apareció en la segunda parte para nivelar. Abbondanzieri le atajó un penal a Ortega y fueron expulsados Villagra y Cáceres.
El lugar común del Superclásico señala que son partidos aparte. Y, a pesar de lo trillado, puede que así sea. Lo cierto es que suelen ser apasionantes y completan el casillero de las incidencias con creces. El de hoy, en el Monumental no fue la excepción. Fue un empate que a ninguno realmente le sirve pero que dejó tela para cortar de ambos lados, a pesar que la pelea grande se centre en otros equipos.
Herido y hasta subestimado, River salió con la clara intención de imponerse y empezar a intentar borrar esa etiqueta de peor equipo de la historia. Y en esos primeros 45 minutos se asemejaron bastante a lo que los hinchas millonarios se acostumbraron a ver. Es que Ortega, Buonanotte y sobre todo Gallardo, lograron engranar los tres juntos y comenzaron a abrir grietas en el endeble fondo xeneize.
Quedaba tiempo como para ambos fueron por más. Lo hicieron pero sin convicción, pese a que a Abelairas se lo negó el palo y que Riquelme pudo haberlo hecho con sendos tiros libres. Lo cierto es que el empate se consumó y ambos quedaron con deudas internas, aunque se ahorraron la decepción de perder el Superclásico.
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